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La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) es una afección gástrica frecuente que afecta aproximadamente a 3 millones de estadounidenses, según las últimas estadísticas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). La EII implica inflamación y daños en el tracto gastrointestinal, causando una variedad de síntomas que pueden alterar significativamente la vida de una persona.
Estudios, como los realizados por B. Christensen en 2014 y A. O'Toole en 2018, han puesto de relieve la relación entre la disfunción eréctil (DE) y la EII activa. Según su investigación, los hombres con EII activa tienden a experimentar DE y disminución de la función sexual en comparación con los hombres sin EII o aquellos cuya EII está en remisión. Esto indica que la EII podría influir en la salud sexual de los hombres, incluida la función eréctil.
Aunque la EII afecta a ambos sexos, cabe destacar que la disfunción eréctil y la disminución del deseo sexual son más frecuentes en los hombres con EII activa. Sin embargo, las diferencias de género en el impacto de la EII sobre la función sexual requieren más investigación.
El nivel de actividad de la EII se correlaciona significativamente con el grado de disfunción sexual. Se ha observado que la presencia de una anastomosis ileo-anal (IPAA), un procedimiento quirúrgico que se realiza habitualmente en pacientes con ciertos tipos de EII, y los estados de depresión, ya sean leves, moderados o graves, se asocian significativamente con la disfunción sexual masculina en la EII.
Aunque todavía no se ha establecido un vínculo físico directo entre los problemas digestivos y la disfunción eréctil, los investigadores reconocen una posible asociación. En particular, el síndrome del intestino irritable (SII), una afección distinta de la EII pero que también implica una inflamación crónica del tubo digestivo, se ha relacionado con un mayor riesgo de DE.
Los problemas digestivos crónicos como la EII y el SII pueden contribuir a los factores de riesgo de DE. El malestar, el estrés y la ansiedad derivados de estas afecciones pueden alterar el deseo y el rendimiento sexuales. Sin embargo, es importante tener en cuenta que estas enfermedades no causan directamente disfunción eréctil, y que muchos otros factores pueden contribuir a la disfunción eréctil.
La disfunción eréctil es un problema frecuente en Estados Unidos, que afecta a 30 millones de hombres. No sólo está relacionada con problemas digestivos, sino que una serie de problemas físicos como las enfermedades cardiacas, el colesterol alto, la hipertensión, la diabetes, la obesidad y el tabaquismo pueden provocar disfunción eréctil. Del mismo modo, los problemas de salud mental como la depresión, la ansiedad, el estrés y los problemas de pareja también pueden interferir en las sensaciones sexuales y contribuir a la disfunción eréctil.
Dada la alta prevalencia de disfunción eréctil en hombres con EII, los médicos deben ser conscientes de este vínculo y considerar la detección de disfunción sexual en pacientes varones con EII. Esto podría conducir a un diagnóstico y tratamiento más precoces, mejorando potencialmente la calidad de vida de estos pacientes.
Las opciones de tratamiento de la disfunción eréctil van desde la farmacoterapia hasta las técnicas conductuales.
Dependiendo de la causa de la disfunción eréctil, se pueden recetar medicamentos a los pacientes, aconsejarles que modifiquen su estilo de vida o remitirlos a terapia psicológica.