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Lunes, 01 de Mayo de 2002
FUENTE: 
Muere la escritora asturiana Julia Ibarra, premio «Tigre Juan» en 1987
ASTURIAS, 06/05/2002


SOCIEDAD
Muere la escritora asturiana Julia Ibarra, premio «Tigre Juan» en 1987

La autora de «La melodramática vida de Carlota Leopolda» y «Sasia la viuda» falleció en Oviedo, víctima de una enfermedad degenerativa

Oviedo, P. R.

La escritora asturiana Julia Ibarra, nacida circunstancialmente en Lugo en 1923 y residente en Oviedo desde hace casi medio siglo, falleció ayer en la capital del Principado víctima de una enfermedad degenerativa. Había ingresado en el Hospital Central de Asturias hace unas semanas y su estado fue empeorando día a día. Viuda de Ignacio de la Concha, catedrático de Historia del Derecho de la Universidad de Oviedo, su cadáver será recibido hoy, a las 4 de la tarde, en la iglesia de San Juan el Real, donde se celebrará el funeral. Posteriormente, su cuerpo será incinerado.

Catedrática de Latín, fue profesora en los institutos Doña Jimena de Gijón y Aramo de Oviedo. Escribió siempre, pero comenzó a publicar siendo ya una mujer madura. Su primera obra, una recopilación de catorce cuentos titulada «La melodramática vida de Carlota Leopolda», se editó por primera vez en 1983. Hace unos meses Septem Ediciones la reeditó con ilustraciones de Ángel Manuel Arias Fernández. La revista «Clarín», que dirige José Luis García Martín, publica en su último número un relato de la autora, «Efecto luciérnaga». García Martín recordaba ayer el interés que la autora había puesto en las correcciones del cuento, con la intención de mejorarlo hasta la perfección.

Autora de las novelas «La mecedora» y «Mujeres en el sofá», así como de varios libros de relatos, Julia Ibarra obtuvo, en el año 1987, el premio «Tigre Juan» por «Sasia la viuda», una recreación novelada de un hecho histórico en la Roma clásica.

Carmen Bobes, catedrática de Literatura de la Universidad de Oviedo, había recibido el encargo de Julia Ibarra de presentarle una próxima colección de cuentos. «Tenía una gran facilidad para narrar y estaba particularmente dotada para la narración corta. La sorpresa vino con su novela ?Sasia la viuda?, en la que combina datos históricos con la ficción y, a mi juicio, consigue una novela estupenda», señala Carmen Bobes.

La catedrática destaca también la capacidad de Julia Ibarra para dar vida a cosas inanimadas, como puede comprobarse en «La mecedora», en la que «se recrea particularmente en las cosas materiales». Ibarra sentía pasión por las cosas. Su casa, en el número 40 de la calle Uría, con vistas al Campo San Francisco, era una colección de recuerdos en la que se mezclaban las muñecas con diferentes objetos que habían pertenecido a sus seres queridos. Entre ellos, una cama del siglo XVIII convertida en banco; un álbum de postales perteneciente a su madre, cuadernos, cofres, fotografías... También destacaba su colección de arte. Tenía cuadros de Nicolás Soria ­un magnífico retrato de su padre, el magistrado Ricardo Ibarra­, de Vaquero Palacios, de Piñole y de Alfonso, entre otros.

Sin embargo, Carmen Bobes cree que Julia Ibarra tenía poca ternura por sus personajes. «A pesar de que parecía una triunfadora en la vida, tenía mucha amargura en la mirada. Retrataba siempre a sus personajes con una mirada un poco ácida, pero era una estupenda narradora».

En 1997, con motivo de la presentación de un nuevo libro de relatos, «Todas adorábamos el negro», declaraba que el fracaso y la frustración constituían el denominador común de casi todos sus personajes. «Mi imaginación siempre tuvo esa tendencia a lo morboso, se complace en la tristeza. Hay también mucha presencia de la muerte».

Su formación clásica daba a su obra un gran rigor. «La marginación del latín siempre me pareció un desastre, porque el conocimiento de esta lengua es básico. En mi época, se le consideraba el álgebra del pensamiento», decía.

Presencia habitual en actos culturales y en las calles de Oviedo, la Feria del Libro guardó ayer un minuto de silencio al conocerse su fallecimiento. Julia Ibarra creía que, en Asturias, no se hacía mucho caso a su obra. «Unas veces estás al margen porque eres de provincias y otras los propios de las provincias te dejan al margen».
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