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Martes, 01 de Mayo de 2005
FUENTE: La Hora de Asturias
Parte de posguerra, de Luis A. Argüelles-Meres
Luis Arias Argüelles-Meres es profesor de lengua y literatura y columnista habitual -en muchas ocasiones polémico, pero casi siempre oportuno- del diario La Nueva España. Es autor de las novelas Días de diarios y Último tren a Cuba. Destacan sus ensayos Azaña o el sueño de la razón, La España descabezada, La Asturias que emigró a América y Tiempo de castañas. Por si a alguno de ustedes le resulta extraño, les explicaré que «holandesa» era un pliego de papel algo más pequeño que el moderno formato A-4, que se utilizaba fundamentalmente para la redacción de tesis y tesinas y que actualmente se encuentra en desuso. Pues en ese tipo de pliego escribía sus memorias el protagonista de la última novela de Luis Arias Argüelles-Meres, titulada Parte de Posguerra. Trama creada a partir de la vida de su padre, Manuel Antonio Arias, maestro que, como a la gran mayoría de los docentes de aquella época, le tocaron años aciagos para impartir un magisterio inspirado en la Institución Libre de Enseñanza. Décadas malditas que secuestraron la libertad de expresión y el espíritu libre. Recuerdos de una época, como escribe Luis Arias, asfixiante y sórdida. No sé si catalogar Parte de posguerra como novela histórica, costumbrista o autobiográfica; aunque, como es lógico, también tiene su parte de ficción. Está escrita en dos espacios de tiempo diferenciados: una primera parte que se inicia en 1964, el año de la muerte de J. F. Kennedy y la celebración de los veinticinco años de paz, y la segunda en 1913, fecha que coincide con el nacimiento del protagonista, Juan Arango Fojaco en La Prohida -pequeño caserío del municipio de Pravia- que describe años de ilusión y lucha por el mantenimiento de una república tambaleante que más tarde se convierten en años de sufrimiento y desilusión. Parte de posguerra, novela a la que algunos denominan ya como La Regenta de Cornellana, se desarrolla fundamentalmente a caballo de los municipios asturianos de Pravia, Oviedo y Salas. A través de sus renglones observamos la tremenda fascinación que Luis Arias tuvo y mantiene latente por su progenitor, y la pasión literaria que este último supo despertar en él. Citas literarias, referencias y alusiones a Clarín, Ortega, Azaña, Unamuno, Marañón, Pardo Bazán, Rosalía de Castro, Kant? van engarzándose en el texto con precisos y preciosos retratos de cada uno de los personajes, unos con cariño, otros agrios, algunos con sorna, pero todos con las pinceladas justas para reflejar su personalidad. Cuando la lean fíjense en las instantáneas de indianos y curas. Luis Arias vive la mayor parte del año en Llanio (Salas) y por eso conoce tan bien las costumbres de la zona. La matanza, la sidra, el campo, el chigre y las partidas, el color, lo sonidos y el olor de un solar asturiano que gira alrededor del río Narcea; hasta los vaqueiros se asoman a estas páginas para convivir con el despertar a la vida de un joven idealista y enamoradizo que se transforma en muy pocos años en un maestro que adora el proyecto republicano. Es también novela de temores, ya que el desasosiego es una constante en el texto. «Miedo a que los iluminados y extremistas republicanos proporcionasen coartadas a los golpistas y reaccionarios». Octubre del 34, «la lucha de clases se puso en práctica con la dialéctica de las pistolas y de la dinamita». Siempre con la Guerra Civil y los interminables años de dictadura bajo el trasluz de unas memorias noveladas escritas en «holandesas». Páginas deliciosas de una novela perfectamente estructurada en la que Luis Arias confirma su creciente trayectoria literaria.
Por Alberto Carlos Polledo Arias
FUENTE: La Hora de Asturias
Parte de posguerra, de Luis A. Argüelles-Meres
Luis Arias Argüelles-Meres es profesor de lengua y literatura y columnista habitual -en muchas ocasiones polémico, pero casi siempre oportuno- del diario La Nueva España. Es autor de las novelas Días de diarios y Último tren a Cuba. Destacan sus ensayos Azaña o el sueño de la razón, La España descabezada, La Asturias que emigró a América y Tiempo de castañas. Por si a alguno de ustedes le resulta extraño, les explicaré que «holandesa» era un pliego de papel algo más pequeño que el moderno formato A-4, que se utilizaba fundamentalmente para la redacción de tesis y tesinas y que actualmente se encuentra en desuso. Pues en ese tipo de pliego escribía sus memorias el protagonista de la última novela de Luis Arias Argüelles-Meres, titulada Parte de Posguerra. Trama creada a partir de la vida de su padre, Manuel Antonio Arias, maestro que, como a la gran mayoría de los docentes de aquella época, le tocaron años aciagos para impartir un magisterio inspirado en la Institución Libre de Enseñanza. Décadas malditas que secuestraron la libertad de expresión y el espíritu libre. Recuerdos de una época, como escribe Luis Arias, asfixiante y sórdida. No sé si catalogar Parte de posguerra como novela histórica, costumbrista o autobiográfica; aunque, como es lógico, también tiene su parte de ficción. Está escrita en dos espacios de tiempo diferenciados: una primera parte que se inicia en 1964, el año de la muerte de J. F. Kennedy y la celebración de los veinticinco años de paz, y la segunda en 1913, fecha que coincide con el nacimiento del protagonista, Juan Arango Fojaco en La Prohida -pequeño caserío del municipio de Pravia- que describe años de ilusión y lucha por el mantenimiento de una república tambaleante que más tarde se convierten en años de sufrimiento y desilusión. Parte de posguerra, novela a la que algunos denominan ya como La Regenta de Cornellana, se desarrolla fundamentalmente a caballo de los municipios asturianos de Pravia, Oviedo y Salas. A través de sus renglones observamos la tremenda fascinación que Luis Arias tuvo y mantiene latente por su progenitor, y la pasión literaria que este último supo despertar en él. Citas literarias, referencias y alusiones a Clarín, Ortega, Azaña, Unamuno, Marañón, Pardo Bazán, Rosalía de Castro, Kant? van engarzándose en el texto con precisos y preciosos retratos de cada uno de los personajes, unos con cariño, otros agrios, algunos con sorna, pero todos con las pinceladas justas para reflejar su personalidad. Cuando la lean fíjense en las instantáneas de indianos y curas. Luis Arias vive la mayor parte del año en Llanio (Salas) y por eso conoce tan bien las costumbres de la zona. La matanza, la sidra, el campo, el chigre y las partidas, el color, lo sonidos y el olor de un solar asturiano que gira alrededor del río Narcea; hasta los vaqueiros se asoman a estas páginas para convivir con el despertar a la vida de un joven idealista y enamoradizo que se transforma en muy pocos años en un maestro que adora el proyecto republicano. Es también novela de temores, ya que el desasosiego es una constante en el texto. «Miedo a que los iluminados y extremistas republicanos proporcionasen coartadas a los golpistas y reaccionarios». Octubre del 34, «la lucha de clases se puso en práctica con la dialéctica de las pistolas y de la dinamita». Siempre con la Guerra Civil y los interminables años de dictadura bajo el trasluz de unas memorias noveladas escritas en «holandesas». Páginas deliciosas de una novela perfectamente estructurada en la que Luis Arias confirma su creciente trayectoria literaria.
Por Alberto Carlos Polledo Arias
SEPTEM EDICIONES, S.L.- Inscrita en el Registro Mercantil de Asturias, Tomo 2797, Folio 12, Hoja AS-24332.
Domicilio : Calle Altamirano 1, 1º B 33003-Oviedo (Asturias-España)
CIF: B 33674508
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